jueves, 13 de octubre de 2016

Esa tarde en El Sanfra...

               Si alguna vez pasaste por Piriapolis, especialmente ´´El Sanfra´´, sabes que es un lugar mágico que suele regalar momentos únicos, con sus amaneceres y atardeceres pintados de colores que despiertan sentimientos, acompañados de los aromas del mar y los sonidos de la tranquilidad; con su paisaje pintoresco bien de balneario.
               El pasado domingo 9 de octubre fue uno de esos días, especial en todo sentido. Por motivos personales tuve la suerte de tener una escapadita al lugar en el que viví mis primeros veranos como niño y adolescente, donde crecí en el surfing y tantas memorias me dio.
             Desafortunadamente, ese día no fui preparado como para tocar agua; todavía no encuentro excusas para mi falta de preparación. Hecho que lamento con dolor en el alma, y no es por exagerar, pero si alguna vez sentiste este deporte sabes que tocar agua o no, no se toma a la ligera.

Cuando bajé a la playa por primera vez en la tarde me encontré con esta situación:
              Al principio mantuve la calma, pero pasados los minutos corrí desesperado a  casa a buscar una tabla que me permita tener mi dosis de diversión y paz.
En el camino, a paso apresurado y lleno de esperanzas por encontrar algo, imaginaba todo lo que podría hacer al tomar tan solo una ola. Despejarme, sentir el agua, la suave brisa del momento, vivir el atardecer en mi templo, El Sanfra. Era una oportunidad única.
              Lamentablemente mis cosas estaban en Montevideo, y con suma tristeza asumí la bronca. Baje a la playa, y con las ganas en el pecho me senté en la arena a contemplar lo que para mi fue una tarde mágica. 
                Tuve la suerte de que un alma generosa con cámara me la prestase, de modo que pude registrar para ustedes lo que mis ojos experimentaron. Dale play a la música del costadito → → → y pasate estas fotos. ↓

Hasta el próximo mar, ¡buena semana!

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